CANIBALISMO EN LA TRAGEDIA DE LOS ANDES

Yo había rezado a Dios desde lo más profundo de mi ser para que este día no llegara nunca, pero ha llegado y tenemos que aceptarlo con valor y fe. Fe, porque he llegado a la conclusión de que si los cuerpos están ahí es porque Dios los ha puesto ahí y lo único que importa es el alma, no debo sentir remordimientos; y si llega el día en que yo pueda salvar a alguien con mi cuerpo, lo haría con mucha alegría.Gustavo 'Coco' Nicolich

Si por algo se ha hecho conocida la Tragedia de los Andes es por el canibalismo, antropofagia o necrofagia.

Desde el punto de vista de los supervivientes, esta circunstancia es, dentro del contexto de la gran odisea que vivieron, casi la «anécdota».
Teniendo en cuenta que no tenían ninguna otra opción ¿quién no hubiera hecho lo mismo?

 

¿De cuánta comida disponían los supervivientes en el momento del accidente?

El día siguiente al accidente, ante el temor de que el equipo de rescate se demorara, Marcelo Pérez del Castillo , capitán del equipo de rugby, hizo inventario de los víveres que había en el avión:

  • Botellas de vino que habían comprado los pilotos en Mendoza (aunque ya habían bebido 5 durante la primera noche)
  • Una botella de whisky
  • Una botella de crema de menta
  • Una botella de licor de cerezas
  • Cinco tabletas de chocolate
  • Cinco tabletas de nougat
  • Algunos caramelos
  • Algunos dátiles. almendras y ciruelas secas
  • Un paquete de galletas saladas
  • Dos latas de mejillones
  • Un tarro pequeño de mermelada de melocotón, otro de manzana y otro de moras

Este era el «botín» a repartir entre 28 personas.

La primera semana ya casi habían agotado las existencias de comida, y eso que la ración diaria por persona era un trocito minúsculo de chocolate, una cucharadita de mermelada y un tapón de vino.
Claramente no era el sustento necesario para aquellos chicos atléticos y fornidos.

¿Por qué los sobrevivientes tuvieron que recurrir a alimentarse del cuerpo amigos muertos?

El 4º día, Nando Parrado ya comenzó a fantasear con la idea de escapar de allí. Era consciente de que necesitaba estar fuerte para lograrlo… y fue entonces cuando tuvo esa conversación con Carlitos Páez.
Carlos le dijo que no podía irse, se moriría de hambre. “Entonces cortaré pedazos de carne de uno de los pilotos. Después de todo, fueron ellos los que nos han metido en este lío”.

Más tarde supieron que esa idea venía rondando la cabeza de algunos otros sobrevivientes (los primos Strauch ya habían comentado la posibilidad de tener que recurrir a ello).

Para el décimo día, comenzaron a ser conscientes de que no podrían soportar mucho tiempo más sin morir de hambre.

Trataron de encontrar otros alimentos. Pero alrededor del avión sólo había nieve y rocas. En el entorno, a aquella altitud, no había nada comestible. Trataron de comer las suelas de los zapatos… pero era imposible.

Fue entonces, cuando la única alternativa era morir de hambre, que se planteó al grupo la posibilidad de esa perspectiva horripilante: servirse de los cuerpos de los que ya habían fallecido, que se encontraban totalmente congelados y esparcidos por la nieve.

Aunque la idea de cortar carne de los cuerpos inertes de sus amigos era repugnante para todos, algunos de ellos ya veían con claridad que era la única posibilidad para su superviviencia.

Las discusiones sobre el asunto se fueron extendiendo en pequeños comités, hasta que finalmente Roberto Canessa lo expuso a debate para todo el grupo.

¿Cómo decidieron los supervivientes comer la carne de los fallecidos?

Roberto argumentó que no les iban a rescatar y que para salir de allí por ellos mismos necesitaban estar fuertes.
Usó sus conocimientos como médico para describir cómo sus cuerpos se estaban consumiendo por la inanición y cómo la carne humana podría servirles de sustento.

Uno de los impedimentos morales a los que se enfrentaban, como católicos, eran sus creencias religiosas. Muchos acabaron entendiendo que, precisamente como católicos, tenían la obligación de permanecer vivos a toda costa,  y que los cuerpos que yacían frente a sus ojos no era carne y nada más que carne: las almas ya habían abandonado los cuerpos.

¿Estaban todos de acuerdo en comer carne humana?

Los más decididos a dar el paso y recurrir a la antropofagia eran Roberto Canessa, Gustavo Zerbino, Daniel Fernández y Fito Strauch.

La mayoría acabó entendiendo que aquella era la única posibilidad para su superviviencia.

Otros tenían grandes reticencias: Marcelo Pérez del Castillo, Javier y Liliana Methol, Pancho Delgado, Coche Inciarte y Numa Turcatti.

Hicieron un pacto en el que donaban su cuerpo como alimento si morían

No obstante, durante aquel debate todos acordaron que si alguno de ellos muriese en la montaña, ofrecía su cuerpo como alimento para el resto del grupo.
Ese pacto íntimo y sagrado, ayudó a algunos de los supervivientes a comenzar a alimentarse de sus compañeros muertos.

El décimo día de convivencia, Gustavo Nicolich escribió una carta a su novia Rossina, en la que le explicaba la decisión que había tomado. Leer la carta de Gustavo Nicolich a su novia.

Todos los supervivientes acabaron alimentándose de los cadáveres

Desde que se tomó la decisión, aunque consensuada, no todos consiguieron comer carne humana los primeros días. El tabú era demasiado para muchos de ellos, y sentían auténtica repulsión y el estómago se les cerraba con fuerza ante semejante idea.

Cuando escucharon la noticia en la radio de que se habían suspendido las tareas de búsqueda, algunos que todavía no habían conseguido comer carne humana, tomaron impulso para hacerlo, siendo conscientes de que tendrían que estar en la cordillera más tiempo del que esperaban.

Los que todavía se mostraban reticentes consiguieron vencer su repugnancia frente a la nueva expectativa.
Algunos seguían sin ser capaces: Liliana y Javier Methol, Coche Inciarte, Pancho Delgado…

Marcelo Pérez del Castillo, haciendo uso de la autoridad que ser el capitán del equipo de rugby le otorgaba, intentaba convencerles de que era lo que debían hacer para sobrevivir. Pero nada de lo que dijo consiguió el efecto de las palabras de Pedro Algorta:

“Es como la Sagrada Comunión. Cuando Cristo murió, nos entregó su cuerpo para que tuviéramos una vida espiritual. Mi amigo me entrega su cuerpo para darme la vida física.”

Pancho Delgado y Coche Inciarte consiguieron dar el paso tras escuchar esto, y sólo quedaban Liliana y Javier Methol, que acabaron accediendo días después por amor a los cuatro hijos que habían dejado en Montevideo.

Grupo de supervivientes fuera del Fairchild

¿Cómo lo hicieron? ¿Cocinaban la carne?

Unos pocos  eran los encargados de cortar las tiras de carne humana, normalmente eran los primos Fito Strauch, Eduardo Strauch y Daniel Fernández. A veces también les ayudaban Zerbino y Canessa. Utilizaban cristales u hojas de afeitar.
Primero tenían que desenterrar los cadáveres y tenderlos al sol. Estaban congelados y el intenso frío los conservaba tal como estaban en el momento de la muerte.
Cortaban grandes pedazos de los cuerpos y los pasaban a otro equipo que los dividían en trozos más pequeños. Esta tarea era más sencilla, pues una vez separada la carne de los cuerpos era más fácil olvidar de qué se trataba.
Colocaban las tiras en el techo del avión para que se secasen al sol. De este modo les resultaba más sencillo de comer.
Siempre terminaban un cadáver antes de comenzar otro.

También eran los primos los que se encargaban de racionar la carne. Se trataba de una ración por persona de unos 100 gramos, aunque los expedicionarios podían comer más cantidad.

En muy pocas ocasiones consiguieron cocinar algo de carne, y es que resultaba imposible encender fuego. El viento implacable lo hacía completamente inviable la mayoría de los días, y además, no tenían leña. Solo contaban con un poco de madera de unas cajas de coca-cola, que utilizaron en par de ocasiones.

Además, Canessa no era partidario de cocinar la carne:
“¿Se dan cuenta de que las proteínas mueren a una temperatura superior a los cuarenta grados? Si quieren sacarle todo el provecho a la carne, la tienen que comer cruda”.

Aún así, algunos agradecieron poder comer la carne cocinada alguna vez, pues les ayudaba a vencer la repugnancia que sentían al tener que comer carne humana.
Los que más dificultad tenían para comer la carne cruda eran Coche Inciarte, Roy Harley y Eduardo Strauch y Numa Turcatti.

¿Qué partes del cuerpo comían?

Llegaron a comer casi todas las partes del cuerpo humano, incluidas las vísceras, las manos y pies o los cerebros. Cuando habían terminado hasta la última partícula de carne, partían el hueso por la mitad y extraían el tuétano. Solamente despreciaban los pulmones, la piel y los órganos genitales.

Algunos no llegaron a vencer nunca la resistencia que les producía comer carne humana y sólo lo conseguían con la carne roja (Coche Inciarte, Roy Harley o Numa Turcatti).

¿Comieron todos los cuerpos?

Solamente los encargados de cortar la carne sabían a qué cuerpo pertenecía, no se lo decían al resto de compañeros.
Nunca hablaron de qué cuerpos habían sido utilizados o no, por respeto a los compañeros que murieron en la cordillera y a sus familiares. Es uno de los secretos mejor guardados de la cordillera.

Sí que tomaron la decisión de no utilizar los cuerpos de la madre y la hermana de Nando Parrado y de Liliana Methol (que falleció en el alud), por motivos obvios.
No obstante, Nando Parrado, antes de salir en la última expedición, dijo a Carlitos Páez que no dudasen en utilizar los cuerpos de Susana Parrado y Eugenia Dolgay si lo necesitaban.

El canibalismo en La sociedad de la nieve

En la película de J.A. Bayona, como no podía ser de otra forma, se trata el tema de la antropofagia en profundidad y se relata tal y como cuentan los supervivientes que sucedió todo.

La película pone énfasis en la terrible realidad a la que tuvieron que enfrentarse.

Apenas disponían de comida:

Racionan la poca comida que tienen

Los pocos víveres de los que disponían se agotaron enseguida, y los supervivientes, desfallecidos de hambre, trataban de encontrar una solución a una situación que era desesperada:

La comida de la que disponían se agotó enseguida
Se comen incluso el tabaco

Sus cuerpos se resienten:

Sufren los efectos de la inanición. Empiezan a orinar muy oscuro.

Pronto algunos comienzan a pensar (y lo comparten con sus compañeros) en cuál es la única opción para mantenerse con vida:

Nando propone comer los cuerpos de los muertos

Y se debate esta posibilidad en grupo y desde distintas perspectivas.
No todos están dispuestos a hacerlo.

Se reunen para hablar sobre la posibilidad de comer los cuerpos
Se debate desde distintos puntos de vista
Al principio, algunos se resisten a tomar la decisión

Surge el pacto de «donar» su cuerpo para alimentar a los demás si ellos fallecen:

Todos acuerdan que pueden alimentarse de sus cuerpos si mueren

Poco a poco, el paso del tiempo y los acontecimientos (recibir la noticia de que habían dejado de buscarles) hizo que todos fuesen aceptando la realidad de que esa era la única posibilidad de mantenerse con vida.

En la película se relata cómo lo hacían:

Los primos Strauch se encargan de cortar los cuerpos
Las pequeñas porciones de carne que secaban al sol

Finalmente, se aprecia como lo que en principio era una situación traumática para ellos fue convirtiéndose en lo cotidiano y en su realidad diaria.

Empiezan a normalizar tener que recurrir a alimentarse de los fallecidos
Los restos de los cuerpos