LA CONFERENCIA DE PRENSA DE LOS SUPERVIVIENTES EN MONTEVIDEO
El 28 de diciembre de 1972 la mayoría de los supervivientes tomaron un avión para regresar a Montevídeo. Se había programado una rueda de prensa para ese mismo día.
Contenido
¿Cuándo regresaron los supervivientes a Uruguay?
Seis días después de su rescate, el 28 de diciembre de 1972, viajaban en avión la mayoría de supervivientes y sus familiares de regreso a Montevideo.
Faltaban Roy Harley (que quedó ingresado en el hospital), Fernando Parrado (que todavía estaba con su familia en Chile) y Daniel Fernández (que había regresado a Uruguay días antes).
Estado de salud de los supervivientes tras el rescate
En el aeropuerto esperaban multitud de periodistas y vecinos de Montevideo que se habían desplazado hasta allí para recibir a los héroes.
Los sobrevivientes y sus familiares fueron conducidos hacia unos autobuses estacionados al lado del avión que les llevaron directamente desde el aeropuerto al Colegio Stella Maris.
La rueda de prensa en Montevideo

El Old Christians Rugby Club fue el encargado de preparar todo para la rueda de prensa.
En el salón de actos había una larga mesa en una tarima y una red de micrófonos y altavoces que permitirían a los periodistas, oír lo que dijeran.
Allí se agrupaban periodistas de todo el mundo, padres de los sobrevivientes, padres de los fallecidos, amigos, familiares y cámara de televisión.
Los sobrevivientes habían decidido que hablarían por turnos, cada uno contando su experiencia. Al final de la conferencia, preguntarían a los periodistas si deseaban hacerles alguna pregunta.
En todo momento tuvieron dudas sobre cómo debían abordar el tema de la antropofagia.
Algunos chicos y sus padres creían que debían ser sinceros acerca del tema, otros creían que debían hacer una vaga referencia, y un tercer grupo consideraban que se debía eludir el asunto por completo.
Finalmente decidieron ser completamente sinceros.
Canibalismo en el Milagro de los Andes
Coche Inciarte sería quien tratase el tema, pero a medida que se acercaba el momento comenzó a ser presa del pánico escénico y Pancho Delgado se ofreció a ocupar su lugar.
Comenzó la conferencia. Todos escuchaban en silencio a los supervivientes. Uno tras otro, iban relatando su trágica y heroica historia, hasta que, llegó el turno de Pancho Delgado:
«...Uno se levanta de mañana y mira para los costados esos picos nevados, impresionantes. El silencio de la cordillera es majestuoso, sensacional. Es una cosa que aterra, uno esta, solo, solo, solo frente al mundo y les puedo asegurar que Dios está ahí. Todos lo experimentamos dentro de nosotros. Porque no éramos unos muchachos de una fe de comer rosarios y cosas por el estilo en cuanto a la parte ritual, pero teníamos nuestra base religiosa. Pero ahí uno sí lo siente a Dios. Y siente sobre todo lo que se llama la mano de Dios, y se permite a si mismo que esa mano le guié. Llegó el momento en el cual todas las provisiones y las cosas que teníamos a mano después de que nos habíamos recuperado anímicamente para salir en la expedición y todo ese tipo de cosas se habían terminado.
A los dieciséis días viene el alud y nos mata a nuestros mejores compañeros. Los compañeros que han muerto, todos, todos, yo creo perdón, creemos nosotros, que Dios los llevó porque eran los mejores. Porque cada uno en su momento cuando murió nos dejó a todos una enseñanza, un ejemplo de valor (aplausos) de todo lo que se puede decir.
Decirlo con palabras es achicar la dimensión de todo aquello. Y nosotros lo llevamos cada uno dentro de nuestros corazones y mencionar nombres o hechos concretos de valor, de entereza, sería achicar todo eso. Así que prefiero no mencionarlos, pero quiero dejarlo claro. Llegó ese momento en el cual ya no teníamos ni alimentos ni cosas por el estilo y pensamos: Si Jesús en la última cena repartió su cuerpo y sangre a todos sus apóstoles, ahí nos estaba dando a entender que debíamos hacer lo mismo. Tomar su cuerpo y sangre, que se había encarnado. Y eso que fue una comunión íntima entre todos nosotros, fue lo que nos ayudó a subsistir Y fue una entrega de cada uno.
No queremos que esto que para nosotros es una cosa íntima, íntima, íntima sea manoseado ni tocada, o cosa por el estilo. Por eso es que en países extranjeros tratamos de hablar de esto con la mayor altura posible.
A ustedes, que son nuestro propio país, se lo decimos como debe ser. Pero debe ser interpretado y tomado en su real dimensión, y tienen que pensar en todo lo grande que fueron aquellos muchachos…»
Cuando Pancho Delgado terminó de hablar, todos los presentes estaban conmovidos por lo que dijo.
Preguntaron si había alguna pregunta para los sobrevivientes, y todos los periodistas allí presentes contestaron que no.
Todos los presentes respondieron en un espontáneo ¡BRAVO! que fue seguido de otro, en recuerdo a los fallecidos.
Muchos supervivientes se han manifestado en varias ocasiones en relación a lo ocurrido aquel día en el Colegio Stella Maris.
Elogian la forma y delicadeza con la que su amigo Pancho Delgado trató el tema, y cómo la prensa comprendió por todo lo que habían pasado, lo duro que era para ellos y para las familias de los fallecidos y decidieron respetar y no «hurgar» más en la llaga.
La reacción de los allí presentes les consoló y les dio ánimo para intentar volver a sus vidas de antes del accidente.
¿Cómo reaccionaron las familias de los fallecidos?
El regreso de los 16 supervivientes a sus casas, confirmó el no regreso de otras 29 personas.
Las familias de los fallecidos tuvieron que enfrentarse a gran cantidad de emociones en esos días.
En primer lugar, la aparición de Roberto Canessa y Fernando Parrado reavivó las esperanzas de que los hijos que ya estaban dando por muertos estuviesen en realidad vivos.
Con la lista de supervivientes definitivos, vieron confirmados el peor de sus temores. Además, muchos supieron que las circunstancias en las que habían fallecido eran todavía peores de las que ellos pudieron imaginar.
Por último, tuvieron que asumir que sus seres queridos no sólo habían muerto y no regresarían, sino que también podían haber sido comidos.
Las familias mostraron el mismo desprendimiento y valor que sus hijos y la mayoría mostraron su apoyo a los que habían hecho los 16 supervivientes.
El Dr. Valeta, padre de Carlos Valeta, asistió a la rueda de prensa y posteriormente hizo las siguientes declaraciones para un diario:
«He venido aquí con mi familia porque queríamos ver a los que han sido amigos de mi hijo y
porque, sinceramente, nos sentimos felices de que se encuentren entre nosotros. Es más, estamos
contentos de que fueran cuarenta y cinco en el avión, porque esto ayudó a dieciséis a regresar.
También quiero añadir que yo supe desde el primer momento lo que ha sido confirmado hoy. Como
médico comprendí al momento que nadie hubiera podido sobrevivir en tal lugar y en tales
condiciones sin recurrir a decisiones valerosas. Ahora que tengo la confirmación de lo sucedido,
repito: Gracias a Dios que había cuarenta y cinco porque así dieciséis familias han recobrado a sus
muchachos.»
El padre de Arturo Nogueira escribió la siguiente carta a la prensa:
«Muy Sres. míos:
Estas pocas palabras, dictadas por nuestros corazones quieren rendir tributo de
homenaje, admiración y reconocimiento a los dieciséis héroes que vivieron la tragedia de
los Andes. Admiración porque esto es lo que nosotros sentimos ante las muchas pruebas de
solidaridad, fe, valor y serenidad a lo que tienen que hacer frente y a lo que han de
sobreponerse. Reconocimiento, profundo y sincero, por el cuidado que tuvieron con
nuestro querido hijo y hermano Arturo hasta su muerte, acaecida muchos días después del
accidente. Invitamos a todos los ciudadanos de nuestro país a que mediten durante unos
minutos sobre la inmensa lección de solidaridad, valor y disciplina que nos han dado estos
muchachos, con la esperanza de que nos sirva a todos para vencer nuestro tacaño egoísmo,
nuestras mezquinas ambiciones y nuestra falta de interés por nuestros hermanos.»


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