LA BÚSQUEDA DE LAS FAMILIAS DE LOS RUGBISTAS URUGUAYOS
Debemos de tener en cuenta que los medios de comunicación en el año 1972 no eran los mismos de hoy en día. No existía internet y las llamadas internacionales eran muy costosas.
Es por ello que las primeras noticias que llegaron al barrio de Carrasco en Uruguay, de donde eran originarios la gran mayoría de los pasajeros del Fairchild, eran muy confusas.
Las familias desconocían que, debido a las condiciones meterológicas, el avión había hecho escala el día 12 de octubre en Mendoza. Es por ello, que cuando saltó la noticia de que un avión con pasajeros uruguayos se había extraviado en los Andes el viernes 13 de octubre, muchos de los familiares respiraron aliviados. Sin duda no eran ellos, ya que habrían llegado a Santiago de Chile, según lo previsto, el día anterior.
Poco a poco se fueron despejando las dudas para terminar confirmando la noticia de que efectivamente el avión extraviado era en el que viajaba el equipo de rugby de los Old Christians.
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En Montevideo las familias de los supervivientes nunca perdieron la esperanza
Es fácil de imaginar que la noticia resultó devastadora para las familias.
Unos 22 padres viajaron inmediatamente a Chile, y otros se organizaron para poder estar informados de las tareas de búsqueda.
Enseguida se organizó un grupo que se reunía todas la tardes en la casa de los Ponce de León, en Carrasco. Rafael Ponce de León era un Old Christians (y buen amigo de Marcerlo Pérez del Castillo) y disponía de un equipo de radioaficionado en el sótano de su propia casa.
Otros grupos de familiares, novias y amigos se reunían a diario en otras casas para compartir las nuevas noticias (cuando las había) y para rezar por los muchachos.
Curiosamente, fueron muchos los familiares (sobretodo madres y novias de los chicos) que afirman que en todo momento tenían la certeza de que estaban vivos. No lo dudaban ni por un instante, a pesar de que todos los datos objetivos indicasen que este hecho era imposible.
Algunas madres perdieron la esperanza por completo desde el primer momento, y otras la perdieron en algún momento de esos 72 días de espera.
Casualmente (o no) la mayoría de novias y madres siempre supieron que sus hijos o novios estaban vivos, fueron los que pudieron recibirlos dos meses después.
Las familias de los rugbistas consultaron videntes y astrónomos
Algunos de los familiares, desde Montevideo, consultaron a videntes y adivinos para que les dijesen dónde estaba el avión.
Madelón ( la madre de Carlos Páez) y Juan José (el hermano de Javier Methol) consultaron a un anciano de Montevideo al que se le atribuían poderes de clarividencia. Señaló en el mapa un punto en el lado este del volcán Tinguiririca.
Le comunicaron esta posición a Carlos Páez Vilaró, que les respondió que el Servicio Aéreo de Rescate ya había peinado esa zona. Además, de haberse estrellado allí, no habrían tenido posibilidad alguna de sobrevivir.
A Madelón no le gustó esta respuesta por lo que consultó a un astrólogo uruguayo, Boris Cristoff, que le recomendó el que él consideraba que era el mejor clarividente del mundo: Gérard Croiset, de Ultrecht (Países Bajos), cuyo talento más destacado era encontrar personas extraviadas, hasta el punto de que la policía de Holanda y de Estados Unidos le consultaban con frecuencia.
Cuando Madelón contactó con la Embajada de Holanda, descubrió que el Sr. Gérard Croiset se encontraba en el hospital con problemas de salud.
Así que contacto con su hijo, el Gérard Croiset Jr. que había heredado los poderes clarividentes de su padre.
Gérard Croiset dijo que había contactado con el avión extravíado y les dio varios datos:
- Que el avión había tenido problemas técnicos y se vio en la obligación de hacer un aterrizaje de emergencia.
- Que no estaba el piloto al mando del avión, sino el copiloto.
- Que desde el paso Planchón, el avión viró al Sur, o quizás al Norte y se había estrellado junto a un lago, a unos 65 kilómetros de Planchón.
- El avión tenía el morro aplastado y le faltaban ambas alas.
- Había supervivientes.
Madelón se apresuró en contactar con Paéz Vilaró para informarle de lo que le había contado Croiset.
Más tarde, a finales de noviembre volvieron a contactar por última vez con Croiset que les dijo que el avión estaba vacío, que había perdido el contacto.
Las madres interpretaron que eso significaba que los muchachos habían abandonado el avión en busca de ayuda, pero Croiset aclaró que en realidad creía que todos habían muerto.
Tras estas premoniciones, perdieron la fe en Croiset, pero no la esperanza de encontrar a sus hijos con vida.
Volvieron a rezar con más fervor a Dios y a visitar con más frecuencia la iglesia.
Rosina y Sarah Strauch continuaron suplicando a la Virgen de Garabandal.
La búsqueda de Carlos Páez Vilaró y las familias en Chile
El padre de Carlitos Páez, Carlos Páez Vilaró, fue un famoso pintor uruguayo.
Le prometió a Madelón (su ex mujer y madre de sus hijos) que él mismo encontraría a los chicos. Fue el primero en llegar a la comandancia del Servicio Aéreo de Rescate en Santiago de Chile.
El sábado por la mañana, Carlos Páez padre ya volaba sobre la cordillera en un avión de la Fuerza Aérea que buscaba el Fairchild.
Pronto decidió que comenzaría a buscar por su cuenta.
Consiguió que le prestaran un avión Cessna, hizo rutas en coche y a caballo a lo largo y ancho de la cordillera.
Hizo una lista de todos los propietarios de aviones de Chile y pidió consejo a los pilotos que le ofrecieron sus servicios, muchos de ellos sin exigirle pago alguno.
También contó con la colaboración de el colectivo de radioaficionados de Chile, que le ayudaban a mantener las comunicaciones con Montevideo.
Su búsqueda se extendió incluso al sur del paso Planchón, en los alrededores de Talca, siguiendo las indicaciones de un vidente que afirmó que quizás el avión había tomado rumbo sur.
En avión o a pie, rastreó un área de sesenta y cinco kilómetros a partir del paso aéreo de Planchón, y no logró encontrar nada.
Para finales del mes de octubre, Páez Villaró ya no tenía ninguna esperanza de encontrar a los chicos del equipo de rugby con vida. No obstante, creía que debía seguir la búsqueda hasta encontrar los restos del avión para no defraudar a las madres de los muchachos, que todavía estaban esperanzadas.
El 1 de noviembre se unieron a la búsqueda del Páez Villaró los doctores Zerbino (padre de Gustavo Zerbino) y Surraco (padre de la novia de Roberto Canessa), con el intención de prestar ayuda al pintor. Centrarían sus búsquedas en el aérea que había señalado el clarividente holandés, los alrededores de Talca, al sur de Planchón.
Les acompañaba Gillermo Risso (amigo de Gastón Costemalle).
Mientras tanto, en Montevideo, los padres de Daniel Shaw y Roy Harley constituyeron un fondo para financiar la búsqueda, recibiendo aportaciones de las familias y amigos.
Continuaron la búsqueda por tierra y aire hasta el 10 de noviembre, que regresaron a Santiago.
Habían centrado sus esfuerzos en peinar la zona de Talca, sólo porque allí era donde el adivino ubicaba el avión, pero todos los indicios hacían pensar que el avión se había estrellado en los alrededores del volcán Tinguiririca (como así había sido).
Lugar exacto donde estaba el fuselaje del avión: El Valle de Las Lágrimas
Zerbino y Surraco regresaron a Montevideo.
Páez Vilaró regresó a Talca, pues no quería defraudar a Madelón (su ex mujer) que insistía en que siguiera las indicaciones del adivino.
Finalmente, el día 16 de noviembre, Páez Villaró, regresó a Montevideo.
El 18 de noviembre llegaron a Talca Madelón Rodríguez, Estela Pérez, Ricardo Echavarren, Juan Manuel Pérez del Castillo y Raúl Rodríguez Escalada (un experimentado piloto de la PLUNA: Primera Línea Uruguaya de Navegación Aérea).
Inspeccionaron la zona en un avión que alquilaron, a pie y a caballo.
Nada hallaron, y a pesar de que todos les decían que jamás les encontrarían con vida, Madelón y Estela seguían convencidas de que sus hijos estaban vivos. Regresaron a Montevídeo el 25 de noviembre.
Desde ese día, ninguno de los familiares estaba buscando activamente en Chile a los muchachos hasta el 11 de diciembre, que un grupo de parientes (los padres de Carlos Páez, Roberto Canessa, Roy Harley y Gustavo Nicolich) acompañaron en sus tareas de búsqueda a un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya.
Las familias de los supervivientes en La sociedad de la nieve
La película La sociedad de la nieve se limita a relatar lo que sucedió en los Andes durante esos trágicos 72 días.
No entra en detalles sobre el periplo de las familias o las autoridades en ese periodo. Solamente vemos lo que se sucedía a los supervivientes.
No obstante, el hecho de que fuese Carlos Páez Vilaró el que leyó la lista de supervivientes (desde Chile) para una radio uruguaya, solo es posible porque el pintor ya se encontraba en Chile buscando a su hijo.